Vibraciones que cuentan historias – Por Antonio M. EFF Darwich Peña 30/11/2007
Fondo del Océano Índico,
diciembre de 2004.
Una gran cantidad de energía se está acumulando en la frontera entre dos placas tectónicas. De repente, el día 26, unos 1.500 kilómetros de esta zona se desplaza diez metros y levantan otros varios provocando un enorme terremoto en el norte de Sumatra de magnitud superior a 9 en la escala de Richter. La energía liberada equivale a casi 500 megatones de TNT o, lo que es lo mismo, a 30.000 bombas atómicas como la lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima al final de la Segunda Guerra Mundial. El desplazamiento de las placas tectónicas produce un tsunami, o sea, una serie de olas en el mar de varios centímetros de altura, no llegan al medio metro, que se desplazan a más de 500 km/h. Al acercarse a la costa, pierden velocidad, pero aumentan de tamaño. Arrasan con todo lo que encuentran y matan a decenas de miles de personas.
Una gran cantidad de energía se está acumulando en la frontera entre dos placas tectónicas. De repente, el día 26, unos 1.500 kilómetros de esta zona se desplaza diez metros y levantan otros varios provocando un enorme terremoto en el norte de Sumatra de magnitud superior a 9 en la escala de Richter. La energía liberada equivale a casi 500 megatones de TNT o, lo que es lo mismo, a 30.000 bombas atómicas como la lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima al final de la Segunda Guerra Mundial. El desplazamiento de las placas tectónicas produce un tsunami, o sea, una serie de olas en el mar de varios centímetros de altura, no llegan al medio metro, que se desplazan a más de 500 km/h. Al acercarse a la costa, pierden velocidad, pero aumentan de tamaño. Arrasan con todo lo que encuentran y matan a decenas de miles de personas.
Superficie del Sol, 9 de julio de
1996.
Una enorme cantidad de energía se está acumulando alrededor de un grupo de manchas solares. Los campos magnéticos allí concentrados se entrecruzan y reconectan provocando una liberación energética que calienta el plasma a varios millones de grados centígrados. La explosión produce una onda de choque que impacta en la superficie solar generando en ella una serie de ondas equivalentes a las olas del tsunami de Sumatra. Sin embargo, en el caso solar las dimensiones son colosales, pues las ondas alcanzan más de 3 km de altura, se desplazan a unos 200.000 km/h por hora y la energía radiada es unas 2.000 veces superior a la del terremoto de Sumatra. En la Tierra, un evento similar podría partir el planeta en dos mitades. En el Sol, no representa más que una pequeña fracción de la energía que libera la estrella normalmente.
Una enorme cantidad de energía se está acumulando alrededor de un grupo de manchas solares. Los campos magnéticos allí concentrados se entrecruzan y reconectan provocando una liberación energética que calienta el plasma a varios millones de grados centígrados. La explosión produce una onda de choque que impacta en la superficie solar generando en ella una serie de ondas equivalentes a las olas del tsunami de Sumatra. Sin embargo, en el caso solar las dimensiones son colosales, pues las ondas alcanzan más de 3 km de altura, se desplazan a unos 200.000 km/h por hora y la energía radiada es unas 2.000 veces superior a la del terremoto de Sumatra. En la Tierra, un evento similar podría partir el planeta en dos mitades. En el Sol, no representa más que una pequeña fracción de la energía que libera la estrella normalmente.
Los dos eventos comentados reciben
el nombre genérico de sismos, más conocidos como terremotos en el caso
terrestre y "heliomotos" en el solar. Ambos son manifestaciones a
distinta escala de la propiedad física por la cual un cuerpo al que se le
inyecta energía tiende a radiarla en forma de ondas o, dicho de otra forma, a
vibrar al ser perturbado su estado de reposo. El cuerpo puede ser, entre muchos
otros, un estanque de agua, un órgano de iglesia, un volcán, un planeta o hasta
una estrella; y la perturbación una piedra que golpea el agua, el aire o el gas
a presión, el movimiento de las placas tectónicas o el plasma estelar
burbujeando a varios miles de grados centígrados.
Sorprende que fenómenos tan
distintos como una melodía tocada en un órgano, un terremoto volcánico o las
vibraciones globales que afectan a una estrella como el Sol tengan una
explicación física análoga, pero a fin de cuentas en el Universo todos los
cuerpos obedecen a una leyes físicas "globalizadas" y deben
comportarse de forma similar, aunque la escala no sea la misma.
La sismología es un área del saber
que ha evolucionado mucho debido, en gran medida, al enorme impacto social de
los terremotos. Además, sus aplicaciones prácticas son de suma importancia, ya
que desvela riquezas escondidas en el subsuelo como depósitos minerales, bolsas
de petróleo o de agua. Se requieren libros enteros para explicar qué es, cómo
funciona y sus usos en la Tierra.
Algunas áreas afines a la
sismología clásica, menos conocidas, permiten acceder a un enorme caudal de
información acerca de las propiedades de los cuerpos estudiados. Se analizan
eventos que duran horas, días o años, a diferencia de los de la sismología
convencional, los terremotos, que como máximo se alargan unos minutos. Tan
larga duración se debe a que la fuente que genera los sismos está presente
continuamente en el cuerpo que vibra, y a que las ondas sísmicas son capaces de
desplazarse de modo coherente en el seno de dicho cuerpo.
Ejemplos de cuerpos donde aplicar
esta "nueva" sismología son el suelo, los volcanes y las estrellas.
La señal de un sismógrafo nunca es plana, aunque no registre terremotos. Ello
significa que el suelo está vibrando, es decir, que se le está inyectando
energía por alguna parte. Efectivamente, el viento, la actividad humana (el
tráfico, las obras, etcétera), el oleaje del mar, las condiciones meteorológicas…
son factores que perturban continuamente el estado de reposo de un lugar,
haciendo vibrar particularmente las capas más superficiales: los suelos. El
modo en que estos vibran depende de propiedades como su grosor y composición,
de ahí que podamos estudiarlos a partir de sus vibraciones.
El suelo transmite sus vibraciones
a los edificios y, de hecho, puede amplificar la frecuencia natural de
vibración de los mismos. Tras un terremoto, se dan casos en que barrios enteros
construidos sobre un determinado tipo de suelo son destruidos, mientras que
otros cuyo suelo es distinto sufren daños menores.
En un volcán, las grietas y
conductos pueden empezar a vibrar de un modo similar a los tubos de un órgano
de iglesia si se les inyectan fluidos a presión (agua, magma o gases). Estos
procesos de inyección pueden durar días, por lo que es posible que las
vibraciones asociadas, los tremores, se alarguen mucho tiempo, y son señales
que alertan sobre una posible reactivación volcánica. En muchos volcanes es
típica la aparición de distintos tipos de señales sísmicas: los ‘clásicos’
terremotos de corta duración, asociados a la creación de fracturas y grietas
por parte del magma que asciende; y los tremores, asociados al llenado de esas
fracturas por algún tipo de fluido.
No sólo el suelo y los volcanes,
con técnicas sismológicas también se analizan la vibración de las estrellas, en
particular del Sol. La heliosismología es el nombre de la joven rama de la
sismología que estudia de qué modo se propagan las ondas sísmicas en el
interior de nuestra estrella, resultado de la perturbación que produce
continuamente el burbujeo del plasma solar cerca de su superficie o de la
aparición de algún evento energético motivado por la actividad magnética.
Dependiendo del tipo de ondas y de
la fuente de energía que las genera, pueden desplazarse por el interior del Sol
durante minutos, horas, días o años. La información obtenida sobre el
funcionamiento solar a través del estudio de estas ondas es de un valor
incalculable, pues es casi la única forma de averiguar lo que ocurre dentro de
la estrella. Curiosamente, conocemos mejor el interior del Sol que el de
nuestro planeta, pues es más simple estructuralmente y, además, es más sencillo
observar ondas en un plasma que en un medio rocoso.
En definitiva, casi todos los cuerpos vibran al ser perturbados. La
vibración depende de sus propiedades intrínsecas y de las fuentes que los
perturban. Aprender a escuchar, ver o sentir esas vibraciones, en muchos casos
melodías, es el objeto de la sismología: una ciencia que estudia desde las
estrellas más lejanas, al suelo desde donde las contemplamos.
Fuente:
Caos y Ciencia.com Divulgación científica a cargo del Instituto de Astrofísica
de las Canarias.
www.caosyciencia.com/ideas/articulo.php?id=301107
El autor
Antonio M. Eff-Darwich Peña es Doctor en Ciencias Físicas (especialidad Astrofísica) por la Universidad de La Laguna e investigador y profesor en el Departamento de Edafología y Geología de dicho centro, donde compagina estudios de heliofísica y geofísica.
1.- El
artículo citado es una divulgación científica. ¿Qué es lo que intenta explicar
a los lectores?
2.- Marca
las partes que integran esta exposición explicativa. (Estructura)
3.- Extrae
términos (palabras) que estén relacionadas directamente con el tema tratado.
Arma un glosario.
4.- ¿Qué
función cumplen en el texto, los dos desarrollos que inician el artículo?
5.- Valora
los datos nuevos – en términos científicos – que proporciona el texto.
Extráelos.
6.- Marca
todos los recursos explicativos que encuentres.
7.- Arma un
cuadro que sintetice la información que transmite.
Estos son algunos fragmentos textuales que contienen recursos explicativos
que puedes reconocer para practicar cómo funcionan. Especifica de cuáles se
trata cada caso.
Este
calor adicional – de una reacción nuclear del hidrógeno en el interior de una
estrella – también aumenta la presión del gas hasta que ésta es suficiente para
equilibrar la atracción gravitatoria, y el gas deja de concentrarse. Se parece
en cierta medida a un globo. Existe un equilibrio entre la presión de aire, de
adentro, que trata de hacer que el globo se hinche, y la tensión de la goma,
que trata de disminuir el tamaño del globo. Las estrellas permanecerán estables
en esta forma por un largo período, con el calor de las reacciones nucleares
equilibrando la atracción gravitatoria (Hawking, Stephen (1988), Historia del
tiempo, Buenos Aires, Alianza en taller de lectoescritura 2).
Por la sociedad entendemos,
simplemente, la convivencia humana de un grupo, y, en especial, de un grupo que
es el máximo, total o general, es decir, formado por todos los hombres que
agrupan en el espacio físico. O sea que, a los fines de delinear a la sociedad
como ámbito de la política, no nos referiremos a sociedades como la familia, el
sindicato, el grupo profesional, ni siquiera a grupos sociales como los
partidos políticos. El marco es más amplio, es global, y no parcial ni
fragmentario. Es el de la sociedad total (Bidart Campos, Germán. (1991), Teoría
del estado, Bs As, Editar).
Una molécula de
ADN es una cadena de pequeñas moléculas denominadas nucleótidos. Nuestro ADN
vive en nuestros cuerpos. No está concentrado en un lugar determinado del
cuerpo, sino que se encuentra distribuido entre las células. Hay
aproximadamente mil millones de células como promedio en el cuerpo humano y,
con algunas excepciones que podemos ignorar, cada una de estas células contiene
una copia completa de ADN en ese cuerpo. Este ADN puede ser considerado como un
conjunto de instrucciones de cómo hace un cuerpo, escritas en el alfabeto A, T,
C, G de los nucleótidos. Es como si en cada habitación de un edificio
gigantesco existiese un armario que contuviese los planos del arquitecto para
construir el edificio completo. El “armario” de cada célula es un núcleo. Los
planos del arquitecto están reunidos en 46 volúmenes en el hombre; el número es
diferente en otras especies. Los volúmenes son los cromosomas. Son visible bajo
la lente del microscopio en forma de largos hilos y los genes están unidos en
orden a lo largo de ellos… (Dawkin, R (1993) El gen egoísta, Barcelona. Salvat.
En lectura y escritura en la Universidad.
Para clasificar los árboles de
acuerdo con un valor de finalidad se distinguen tres categorías: árboles
forestales, que son los que constituyen los bosques y se cultivan únicamente
por el valor de su madera; árboles frutales, entre los que figuran los
cultivados por los frutos comestibles que proporcionan y, en fin, árboles
ornamentales, que son los que ofrecen un interés estético individual o de masa.
(Monitor, Bs. As. Salvat, 1996)
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