Estimados estudiantes: inicio esta segunda etapa del año, presentando este, mi 3° práctico. Este se suma a los dos anteriores que están en la página del colegio y que sólo presentaron 2 alumnos.
Los animo a no perder el horizonte de estudiar aún en el contexto que nos toca vivir... En esta ocasión vamos a
presentarles tres polémicas sobre la lengua. ¿Por qué hablamos de polémicas?
Porque son temas controversiales, que se prestan a discusión. Y en el terreno
de la lengua, como en casi todos los temas, nadie tiene la última palabra: hay
distintas posiciones, y diferentes defensas y argumentos dentro esas
posiciones. Por cada una de las polémicas vamos a presentarles fragmentos de
algunos textos periodísticos a partir de los cuales se desarrollan las
consignas.
Primera polémica: ¿castellano o español?
Como ya dijimos en la clase anterior, hablar de “lengua española” o de
“idioma español” deja de lado un hecho muy notable: en España, la lengua
oficial de mayor alcance es la lengua de una región, Castilla. Se impone como
lengua de todo el país a partir de la unificación política llevada adelante por
los reyes de Aragón y Castilla en 1492. Estos monarcas entendieron que la
unidad política del reino necesitaba también de una lengua única, que actuara
como un elemento de cohesión. Para ello, se invisibilizaron las otras lenguas
que se hablaban (y que aún se hablan) en el territorio: catalán, vasco o
euskera, gallego...
La utilización o imposición de una lengua, entonces, tiene efectos y
propósitos políticos, no solo culturales o comunicativos. Eso ocurrió en España
pero también en América cuando los conquistadores, imponiendo la lengua del
país dominante, desconocieron las lenguas locales y, como consecuencia, las
identidades locales. Borrar una lengua, invisibilizarla, es no dar entidad a un
patrimonio cultural y a una historia, hacer de cuenta que no existe o que no
vale la pena recordar su existencia.
Por esto, a pesar de que algunos piensan que la discusión está terminada y ambos términos son sinónimos, hay dos posturas diferentes: la de quienes consideran que español es un término adecuado para nuestra lengua y la de quienes sostienen que el término castellano es más apropiado, en cuanto que permite ver ese propósito de unidad al imponer sobre los hablantes de otras lenguas el idioma de una región en particular.
A propósito de este tema, les proponemos la lectura de algunos fragmentos que tratan sobre esta problemática. Todos ellos se vinculan con un evento que tuvo lugar el año pasado en Córdoba, el VIII Congreso Internacional de la Lengua , donde volvieron a reavivarse la polémica sobre cómo denominar el idioma que hablamos.
¿Español o
castellano? El último debate del Congreso
de la Lengua
El debate sobre si la palabra
para denominar el idioma que hablan actualmente más de 450 millones de personas
es “español” o “castellano” fue uno de los que centraron la última jornada del
Congreso de la Lengua Española que acabó este fin de semana en la ciudad
argentina de Córdoba. La polémica surgió en la mesa redonda “Corrección
política y lengua”, que coordinó el periodista y escritor Álex Grijelmo y en la
que participaron el académico de la RAE Pedro Álvarez de Miranda, el escritor
mexicano Jorge Volpi, la lingüista argentina Ivonne Bordelois y el poeta y
traductor argentino Jorge Fondebrider.
Fondebrider abrió fuego
preguntando por qué se llama “español” en vez de “castellano”, y sostuvo que al
denominarlo así se dejan fuera otras lenguas. “Es el problema de la política
que se filtra en el campo de la lengua”, recalcó. “Yo no hablo español sino una
variante del castellano, el rioplatense”, señaló [...]. También cargó contra la
práctica del Diccionario de la lengua [de la Real Academia Española] de
calificar muchos términos de “americanismos”, y en cambio no se especifican los
“españolismos”. “Muchas de las palabras del Diccionario indican argentinismos,
pero nunca españolismos, como si lo que se hablara fuera de España estuviera
fuera de la norma.”